El burnout silencioso afecta al 87% de los profesionales en España
Según datos de Hays, además el 85% de los trabajadores considera que su empresa no está preparada para detectar ni gestionar este problema invisible.

En un mercado laboral cada vez más exigente, el agotamiento profesional es un riesgo reconocido. Pero hoy emerge un fenómeno menos evidente y, por tanto, más complejo de gestionar: el burnout silencioso. Se trata de empleados que, pese a mantener altos niveles de productividad, experimentan un desgaste emocional que pasa desapercibido.
En el contexto del Día Mundial de la Salud Mental (10 de octubre), Hays alerta de que el 87% de los profesionales españoles reconoce haberse sentido agotado sin comunicárselo a su manager o a RRHH. Asimismo, el 85% considera que su empresa no está preparada para detectar ni gestionar este problema invisible.
A diferencia del burnout clásico -que se manifiesta con absentismo, bajas médicas o síntomas físicos- el burnout silencioso se camufla: la persona sigue cumpliendo objetivos, pero su conexión emocional con el trabajo se erosiona. Se trata de un proceso natural en los empleados, pero las empresas deben ser conscientes de ello porque si no ponen remedio, hay riesgo alto de que el profesional en cuestión se acabe marchando en caso de obtener una oferta de empleo más alineada con sus intereses actuales.
“En el burnout visible el profesional es consciente de su límite. En el silencioso, la confusión es mayor: el empleado mantiene un buen desempeño, pero siente que ‘falta algo’”, explica Fernando Calvo, director de People & Culture de Hays para el Sur de Europa.
Perfiles más expuestos: de mandos intermedios a sectores de alta presión
El burnout silencioso puede afectar a todos los niveles, pero los mandos intermedios son el punto crítico: deben responder a las demandas de la dirección y, a la vez, gestionar a sus equipos, con menos margen para cambiar de empresa. Según Calvo, “si no se interviene con agilidad, el malestar de los mandos intermedios puede enquistarse y derivar en un burnout estructural, con impacto directo en la cultura organizativa”.
Los perfiles junior, en cambio, tienden a abandonar antes si perciben desmotivación o falta de propósito, ya que aún están explorando su encaje profesional y valoran más la movilidad como vía de crecimiento. Su tolerancia al desgaste es menor, y suelen interpretar el malestar como señal de que deben cambiar de entorno. En contraste, los perfiles senior reconocen el carácter cíclico del estrés laboral y cuentan con herramientas personales y profesionales para gestionarlo. Su experiencia les permite distinguir entre una crisis puntual y una situación estructural, lo que les lleva a adoptar estrategias de resiliencia antes de tomar decisiones drásticas.
Por sectores, el riesgo es mayor en entornos de alta presión y objetivos agresivos, como consultoría, despachos de abogados y áreas comerciales, donde la acumulación de trabajo y las expectativas constantes de resultados elevan la probabilidad de agotamiento.
Managers en primera línea
La detección temprana recae, en gran medida, en los líderes de equipo. “Si un Manager se sorprende cuando un colaborador pide la baja o anuncia que se va, es que no estaba haciendo bien su trabajo”, apunta Calvo. “Como Manager, es importante generar confianza con tus empleados para que se puedan tratar este tipos de conversaciones y temas contigo abiertamente. Además, es clave que estos responsables Tengan recursos si un subordinado expresa malestar, por lo que RRHH también juega un rol indispensable en estas situaciones”.
Entre las herramientas más eficaces, Hays recomienda encuestas de clima laboral, reuniones de feedback frecuentes y formación en inteligencia emocional, así como fomentar una cultura que valore la conciliación y el bienestar.
El coste de mirar hacia otro lado
Ignorar el burnout silencioso no solo perpetúa el malestar individual, sino que compromete directamente la fidelización del talento. Cuando un profesional clave —con alto rendimiento y conocimiento acumulado— decide marcharse por agotamiento emocional, la pérdida va más allá del reemplazo: se diluye la experiencia, se ralentizan los procesos y se resiente la cultura interna. La rotación no planificada genera costes ocultos en productividad, clima laboral y reputación como empleador.
“Un profesional que se marcha por burnout silencioso es un fracaso prevenible. Políticas de bienestar, como sabáticos o programas de desconexión, no son un lujo, son una inversión en sostenibilidad”, subraya Calvo. Apostar por el cuidado emocional desde la estrategia es clave para construir organizaciones resilientes, capaces de retener talento y adaptarse a los ciclos de presión sin perder su esencia.
Tendencias a corto plazo
En los próximos años, las empresas con mayor dependencia del talento humano -como las de perfiles comerciales o de alta especialización- serán las que más se jueguen en la detección temprana del desgaste. Cada vez más, la tecnología jugará un papel clave: la inteligencia artificial podrá analizar patrones de comunicación interna para anticipar señales de agotamiento.
“No se trata de eliminar el burnout por completo, ya que es un proceso que puede ser cíclico, sino de entenderlo, abordarlo a tiempo y dar a las personas los recursos para recuperarse”, concluye el directivo.