La salud mental ya causa el 50% de las bajas laborales
Son datos de un estudio elaborado por la Comunidad de Salud y Bienestar de la Asociación de Directores de Recursos Humanos (AEDRH).
La salud mental repercute directamente en el rendimiento, satisfacción y motivación de los trabajadores. Esta problemática es la principal causa del absentismo laboral por enfermedad en España y representa el 51% del total de las bajas. Son datos de un estudio elaborado por la Comunidad de Salud y Bienestar de la Asociación de Directores de Recursos Humanos (AEDRH), presentado esta mañana en el marco del SBC Forum, el congreso sobre Salud Bienestar y Conciliación en el mundo laboral.
Los problemas mentales más comunes en España son la ansiedad, que afecta a más de 4 millones de personas, y la depresión, con más de 2,5 millones de diagnosticados, según datos del Ministerio de Sanidad. Estos trastornos, que pueden tener un origen personal o profesional, pueden estar condicionados por factores como la falta de tiempo para las relaciones sociales, la hiperconexión e hiperestimulación o la incertidumbre social o económica.
Las personas que han experimentado más problemas de salud mental son mujeres (61%) y jóvenes con edades comprendidas entre los 18 y 34 años. En concreto, el 39% de los españoles de entre 18 y 24 años declaran sentirse regularmente estresados.
Las empresas han detectado cómo el número de bajas por enfermedades psicosociales ha aumentado exponencialmente en los últimos años por encima de otras dolencias como las musculoesqueléticas que son la principal causa para el 43% de las empresas, y las patologías respiratorias para el 17%.
Impacto en la productividad y en el clima laboral
El absentismo repercute en el día a día de las compañías, siendo la productividad una de las más perjudicadas con un 86% y el clima laboral con un 63%. La experiencia del empleado también se ve afectada con un 37%, lo que condiciona su crecimiento y desarrollo profesional dentro de la organización.
A todo ello, se le suma el impacto económico que genera. En 2023, su coste se cifró en más de 60.000 millones de euros, según datos del INE. A raíz de la pandemia, los índices de absentismo se han incrementado. Antes del 2020, las tasa media se situaba en el 6% y ahora la cifra se eleva al 8%. Una afectación que es más notable en las pequeñas y medianas empresas, que en nuestro país representan una parte fundamental del tejido productivo. La tasa del absentismo es superior en las organizaciones de menos de 100 empleados, un 9%, frente a la media que se sitúa en el 8%.
Las empresas apuestan por la prevención y la detección
El absentismo laboral es uno de los grandes desafíos estructurales que afrontan las compañías. Conscientes de su impacto, más del 67% de las empresas han establecido políticas para reducir los elevados índices. Además, más del 40% también ha implementado programas de formación en los diferentes puestos gerenciales, con el foco en los mandos intermediarios, fundamentales en la estructura organizativa.
Las compañías han impulsado mecanismos de seguimiento individualizado de los procesos de baja, con el objetivo de acompañar a los empleados en todo momento y responder a sus necesidades. Para favorecer a la mejora de la calidad de vida de los trabajadores también se han aumentado las opciones de teletrabajo y flexibilidad laboral.
Las medidas que favorecen al cuidado de la salud mental son prioritarias para las compañías. Las organizaciones disponen de múltiples recursos que velan por la salud mental y emocional de sus empleados: servicios de psicología y telepsicología, valoración del estado psicofísico en el examen de salud de los trabajadores (VS), evaluaciones frecuentes sobre su estado emocional o técnicas de gestión del estrés, son algunas de ellas.
Una salud mental positiva impulsa la productividad, la creatividad y la resiliencia de los trabajadores, fomentando un ambiente laboral positivo y mejorando la reputación de las empresas en el mercado. Sin embargo, es importante que el abordaje de esta cuestión se haga desde una perspectiva integral, en la que se involucre a todos los agentes implicados: empresas, sindicatos, sistemas sanitarios público y privado, expertos en salud y organizaciones sociales. Todos los actores pueden aportar su experiencia, conocimiento y recursos para mitigar el impacto de esta problemática.