Solo el 35,2% de los menores de 25 años participa activamente en el mercado laboral
El desempleo juvenil cuesta a España 30.000 millones al año y frena la incorporación de casi un millón de jóvenes al mercado laboral.

Con el cierre de la temporada estival, España registra un fuerte retroceso en el mercado laboral, que golpea especialmente a los jóvenes menores de 25 años. En agosto de 2025, se destruyeron 199.300 empleos respecto a julio, la mayor pérdida en un mes de agosto desde 2019. El número de afiliados a la seguridad social se redujo a 21.666.203, aunque se mantiene en niveles elevados para un mes de verano.
Según los últimos datos del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE), solo el 35,2% de los menores de 25 años participa activamente en el mercado laboral, y la tasa de temporalidad para este grupo superó el 41%. Aunque el verano mejora puntualmente las cifras de contratación, la mayoría de estos empleos son de corta duración y escaso recorrido profesional.
“El empleo estacional no es en sí negativo, pero sí es cuando se convierte en el único acceso real al mundo laboral para los jóvenes”, señala Delphine Arnau, Corporate Relations & Career Services Manager de TBS-Education Barcelona. “Necesitamos una estrategia nacional más ambiciosa que no solo conecte talento y empresas, sino que también dote a los jóvenes de herramientas para tener un recorrido sostenible”.
Una brecha entre el desempleo juvenil y falta de alineación educativa
España sigue siendo uno de los países con mayor desempleo juvenil de la UE. Según un informe reciente de PwC y el Círculo de Empresarios, la diferencia en la situación laboral entre jóvenes y el resto de la población tiene un coste para la economía española del 2,27% del PIB. Esto equivale a unos 30.000 millones de euros anuales y la pérdida de 950.000 potenciales ocupados.
A esto se suma un problema estructural: la desconexión entre educación y empleo. Según datos del INE, los jóvenes con niveles bajos de formación tienen una tasa de paro del 38,3% frente al 14,5% de quienes tienen estudios superiores. “Las empresas demandan perfiles con iniciativa, capacidad de adaptación, visión internacional y dominio de herramientas digitales, pero muchos jóvenes no acceden a una formación que los prepare realmente para eso”, explica Delphine Arnau.